Me acaban de enviar
por correo electrónico esta comparativa:
Preámbulo de la LOE (2006):
“Las sociedades
actuales conceden gran importancia a la educación que reciben sus jóvenes, en
la convicción de que de ella dependen tanto
el bienestar individual como el colectivo. La educación es el medio más
adecuado para construir su personalidad,
desarrollar al máximo sus capacidades,
conformar su propia identidad personal
y configurar su comprensión de la
realidad, integrando la dimensión
cognoscitiva, la afectiva y la axiológica. Para la sociedad, la
educación es el medio de transmitir y, al mismo tiempo, de renovar la cultura y el acervo de conocimientos y valores que la sustentan, de extraer las máximas
posibilidades de sus fuentes de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales, de promover la solidaridad y evitar
la discriminación, con el objetivo fundamental de lograr la necesaria cohesión social. Además, la educación
es el medio más adecuado para garantizar
el ejercicio de la ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica, que resulta indispensable para
la constitución de sociedades avanzadas,
dinámicas y justas. Por ese motivo, una buena educación es la mayor riqueza y
el principal recurso de un país y de sus ciudadanos.”
Primer párrafo del Anteproyecto de la LOMCE (2012)
(Ley Wert):
“La educación es el
motor que promueve la competitividad
de la economía y las cotas de prosperidad de un país; su
nivel educativo determina su capacidad
de competir con éxito en la arena internacional y de afrontar los desafíos
que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito
educativo supone abrirles las puertas a
puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y
por conseguir ventajas competitivas
en el mercado global.”
Parece que en seis
años las cosas han cambiado mucho.
Llegados a este punto,
uno se plantea si realmente los que tratan de instaurar ese modelo de sociedad creen
de verdad en él o hacen lo que les mandan. Bien entendido que
ambas posibilidades dan auténtico pánico.
Las sociedades
competitivas terminan con un fuerte controlando a los débiles y algunos débiles
tratando de aplicar a los fuertes su propia medicina a base de artilugios como
este:
Propongo a Wert que
añada al diseño curricular de los nuevos ciclos, cinco horas de orden de
combate semanales para alumnos de clase baja. Por aquello del equilibrio de
poderes, ya sabéis.
Os recuerdo que los poderosos
nunca disparan, siempre envían a alguien a que mate y se mate por ellos.
"Las armas las carga el diablo y las dispara un imbécil".
"Las armas las carga el diablo y las dispara un imbécil".
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