Mal vamos si ya aceptamos que una prima de riesgo en 534,83
es un buen dato.
Mal vamos si con la que nos está cayendo, la vicepresidenta
anuncia que: “Daremos un cambio a lo público”, y con su credibilidad en números
rojos, se despacha con un: “Diremos las cosas como son”.
Mal, muy mal, si creemos que hay que seguir recortando para
poder seguir endeudándonos para poder así pagar nuestras deudas.
Mal también si seguimos esperando como la voz del mesías, la
milagrosa actuación de esa “mano invisible” que según Adam Smith todo lo
arregla en los mercados.
Muy mal si formamos a nuestros jóvenes a un nivel muy alto y
aceptamos luego que su futuro profesional pasa por aprender alemán.
Mal si seguimos cediendo soberanía a cambio de dinero, o lo
que es lo mismo, hipotecando nuestro país a muy largo plazo.
Pero no eludamos responsabilidades. Nuestra culpa en esta
caída libre, no está en la consigna oficial: “hemos vivido por encima de
nuestras posibilidades” -quien lo haya hecho o quien lo haya permitido, que
pague su penitencia- nuestra culpa ahora está en aceptar sin rechistar que esto
es lo correcto, cuando los datos nos indican obstinadamente que no es así.
Bueno sería que este gobierno estableciera ya un corto plazo
para que todos pudiéramos determinar si tanta locura ha merecido o no la pena, o si
lo más conveniente es que aquel al que se le han agotado las ideas, deje entrar
un poco de aire fresco en los despachos de Moncloa.
dato
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