No, en las guerras nunca
hay vencedores, todos perdemos, unos la vida, otros la dignidad y otros su
humanidad. Pero si las guerras son crueles, las guerras entre hermanos, lo son
aún más.
En España, no sé si es
mayor el odio al vencedor o al vencido pero, esa demoníaca semilla, sigue
creciendo en nuestra sociedad abonada de vez en cuando por oscuros
intereses.
Desgraciadamente, soy de
la opinión de que no hay ninguna garantía de que esto no pueda volver a
ocurrir. Es cierto que quien desconoce la historia está condenado a repetirla
pero también lo es que no todos corremos a la misma velocidad.
El odio es el poso que
dejan la desigualdad, la desesperación, la incomprensión y la falta de empatía.
Las guerras desbocan lo más inmundo del ser humano, ese animal interno contra
el que luchamos en tiempo de paz y que nos impide ser más de lo que somos.
Escuchad a los abuelos, aprended de su dolor
para que ese dolor muera con ellos, recordad sus palabras en ese segundo
anterior a todo acto, para que nunca más ese dolor vuelva a brotar.
Valiente,
no es el que más mata sin que le maten, valiente es el que se niega a matar
aunque ello le cueste la vida.
Gracias a todos los que habéis elaborado este documental por recordarnos a los de aquí y a todo el mundo algo que nunca debemos olvidar.
Gracias Paula, Manuel y Julia por ser los tres en la práctica, lo mismo que predicáis en la teoría. Es difícil ser mejor que eso.
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